miércoles, 31 de mayo de 2017

La imprenta Piferrer de Barcelona, una mentora de los Brusi


Una de las imprentas barcelonesas más importantes incluso a nivel estatal fue la que regentó la familia Piferrer, típica familia catalana emprendedora del Antiguo Régimen. En ese sentido, el negocio de la imprenta se heredó de padres a hijos y de hijos a nietos, cumpliendo con la tradición del "hereu". Joan aparece como librero e impresor. El fundador fue Joan Piferrer Bachs (1676-1750), nacido en Sant Pere de Vilamajor pero que se trasladó a Barcelona donde se agregó al Gremio de Libreros el 15 de junio de 1698. Se casó con Josefa Llopis, hija de Josep Llopis que regentaba una librería en la plaza del Ángel. Al cabo de cuatro años él enviudó sin dejar descendencia, se encargó de la librería y posteriormente se casó con Teresa Pou con quien tuvo diez hijos. De ellos, Teresa y Antonio ejercieron de gestores de los intereses económicos del negocio familiar en Madrid, y muy particularmente dentro de la Real Compañía de Impresores y Libreros del Reino de la que formaron parte desde su fundación en 1763.
La actividad de Joan se centró, de forma exclusiva, entorno a todo lo relacionado con el mundo del impreso. Sin embargo, por lo menos hasta 1715 o 1716, su negocio fue la librería. En las pocas impresiones destacables anteriores a estas fechas aparece como editor ("véndese en Casa de Juan Piferrer") de los trabajos que encargaba para su impresión, sobre todo en la imprenta Comellas. Será a lo largo de los años veinte del siglo XVIII cuando afirmó un interés mayor por la ejecución de libros, combinando progresivamente la producción en una imprenta propia con su principal vertiente de librero y comerciante de libros.

 

En 1750, al morir Joan, la dirección pasó a manos de su mujer Teresa hasta 1764 en que ella fallece. Además de tan magno título, ostento también el cargo de impresor del Santo Oficio de la Inquisición. En 1763 el hijo de Joan i Teresa, Tomàs Piferrer Pou (1715-1775) obtuvo el título de "Impresor Real", hecho que reforzó la posición y el estatus de la familia. El titulo confirmó la apertura a nuevas y ascendentes relaciones sociales que corrieron paralelas con el crecimiento del negocio. De todos los hijos, éste fue quien más participó en los asuntos de la imprenta y la librería. Reafirmo el carácter comercial de la librería e instaló más prensas aumentando la producción de libros. A consecuencia de esto vio reforzada su posición de privilegio dentro del gremio.
A finales del siglo XVIII aparece el concepto de "Casa", con lo cual ya se habla de "Casa Piferrer".  Los Piferrer eran propietarios de la imprenta-librería más grande de Barcelona, lo que supuso un reconocimiento social por parte de las élites ciudadanas ante el propio tamaño del negocio, combinado con el valor añadido de lo cultural como elemento de prestigio. Fueron poseedores además de un privilegio real que conservaron durante ochenta años, que les situó en una posición relativamente cómoda y elevada en todos los ámbitos de sus relaciones.

 

Su política de edición e impresión y su oferta comercial fueron parte inseparable de una particular estructura de clientela que podríamos dividir en cinco grandes apartados: 1) las instituciones político-administrativas, 2) las instituciones religiosas y educativas, 3) la clientela socio-profesional, 4) el lector popular, 5) y el profesional del libro.
También trabajaron los Piferrer para la Real Audiencia, la Secretaria de Palacio, la administración de intendencia, la Administración General de Rentas, la tesorería principal, provisión de víveres de la ciudad, correos y para el Ayuntamiento de Barcelona del cual ingresarían entre 1763 y 1801 una media de 220 libras. Las instituciones de carácter religioso y educativo ocuparon un espacio fundamental, tanto en la producción impresa como en el perfil de la clientela de la Casa Piferrer. El Colegio de Nobles de Cordelles y el Colegio Pontificio Episcopal de Barcelona con su Seminario "Beatae Mariae Montis-Hilaris Schola" encargaron ya desde los años treinta del siglo XVIII la impresión de la mayor parte de la literatura tomista destinada a fines educativos en la imprenta Piferrer. El tercer grupo de clientes correspondió a un relativamente amplio sector socio-profesional de especial significación en el que destacaron los hombres de leyes. Sus relaciones con los grupos burgueses fueron frecuentes dado que estos formaban en potencia un grupo comprador de libros por su propia adscripción a esta condición social.

 

En 1763 pasaron a imprimir la Gazeta de Barcelona, un periódico semanal publicado en Barcelona desde mediados del siglo XVII hasta principios del siglo XIX. Aparecido en 1641, durante la Guerra de Cataluña (1640-1659), estaba escrito en español, con muy esporádicas aportaciones en catalán. Hacia 1695 empezó a ser editados por el impresor Rafael Figueró y Jolís y tras la toma austracista de Barcelona éste recibió patente oficial de Carlos de Austria como periódico del régimen. Dese entonces empezó a perder carácter local para convertirse en una mera reproducción de la de la corte, coincidiendo con el inicio de la publicación de la Gazeta de Madrid bajo la titularidad de la corona, después de que se hubiera procedido al rescate del privilegio de impresión, dentro de las medidas de impulso a la prensa del reinado ilustrado de Carlos III y en el que la difusión de noticias se reservaba al Estado, "para que experimente el público, entre Otras ventajas, la de tenerla de mucho mejor papel y con más frescas y fundadas noticias". En 1767 se produjo un cambio de diseño en que el escudo desapareció de la cabecera siendo desplazado al grabado que enmarcaba la letra capital del inicio del texto. A partir del 19 de septiembre de 1778 pasó a ser bisemanal, como la de Madrid. La de la corte se publicará martes y viernes y la de Barcelona martes y sábados.


La gran magnitud de la empresa de los Piferrer, relacionada comercialmente sobre todo con España se hizo evidente por las cifras de los volúmenes que tenía almacenados en 1794: 250.000 ejemplares correspondientes a más de mil títulos. Nos encontramos ante un taller tipográfico de grandes dimensiones que con sus seis prensas no quedaba muy lejos de las imprentas de tipo medio europeas (en París las más grandes tenían entre diez y quince prensas). Para el funcionamiento de una prensa eran necesarios dos obreros, y dos o tres componedores en tiradas de 1.000 a 1.500 ejemplares, lo cual, suponiendo que todas estuvieran en algún momento-trabajando a la vez, significaba el empleo de 25 a 30 trabajadores. Elemento indispensable eran los caracteres de imprenta. Una gran abundancia de tipos de un mismo impresor era un signo inequívoco del lugar que ocupaba en el mercado local. La imprenta Piferrer estaba magníficamente dotada, tanto cuantitativa como cualitativamente. Contaba con todo el instrumental necesario para fundir letras. Los tipos de plomo junto con las prensas suponían la inversión más importante a la hora de dotar un taller. Llegó a tener más de 300 arrobas de tipos de plomo, lo cual da una idea de sus disponibilidades como taller tipográfico. La importancia que concedía a la calidad de la letra exigía unos buenos tipos que se obtenían a partir de unas buenas matrices. 

 

Ante la imposibilidad física de que los locales de la Plaza del Ángel albergaran todos los libros, Eulalia Massià, esposa de Tomàs, abrió otra tienda en la "Casa d'en Grassot", en la calle de la Bajada de la Prisión, propiedad del comerciante matriculado Joan Grassot.
Joan Francesc Piferrer Massià (1771-1848) se encargó de la imprenta en 1793 tras haber fallecido su madre Eulàlia en 1793. Merece citar que en esa misma imprenta Antoni Brusi Miravent, director del Diario de Barcelona entre 1814 y 1821, y después su hijo Antoni Brusi Ferrer, aprendieron el oficio de impresores: "Apenas había concluido su aprendizaje de encuadernador en la librerías de D. Juan Francisco Piferrer, cuando resolvió sacar el debido provecho de su estudio, de su laboriosidad y de las ventajas que había conseguido sobre sus demás compañeros y al efecto abrió un taller de encuadernación con el cual logró algunas utilidades del trabajo ajeno poniendo de su parte todo el esmero que exige el cargo de maestro, comunicando sus mayores conocimientos a los que querían adquirirlos en horas de solaz y de recreo". En 1898 los Brusi abrieron una tienda en la Bajada de la Prisión esquina Frenería para seguir con su oficio.

 

Tras morir Joan Francesc le sucedió su hijo Joan Piferrer Depaus, quien vivió la etapa de declive del negocio de la imprenta, pasando en 1820 de primera a tercera clase. La gazeta de Barcelona había dejado de publicarse tras la Guerra de la Independencia, hecho que marcó un antes y un después. Las posibles razones de fondo que desencadenaron la decadencia fueron probablemente a la crisis del viejo modelo de manufactura concentrada que unía en "una sola estructura financiera y editorial todos los riesgos e inconvenientes de la producción, de la proyección y difusión del libro". La casa Piferrer era un ejemplo de ello: imprenta, librería, producción de papel, edición y distribución comercial. Demasiados roles. Finalmente, en 1868 tras haber sufrido numerosos altibajos provocados por el contexto de inestabilidad económica y política del momento, la imprenta cerró definitivamente.