Se trata de un concepto que debe de ser eliminado porque estamos hablando de una generación de prensa muy singular con un formato y unas características que solo se han dado una vez en la historia de nuestro país y responde a unas circunstancias.
Desde el levantamiento militar de la madrugada del domingo del 19 de julio de 1936 se desencadenó un movimiento revolucionario. Los cuarteles militares fueran saqueados para tomar armas, y la clase obrera afiliada a los sindicatos puso en marcha un proceso de colectivización de las empresas bajo control obrero y destituyendo a los antiguos encargados. Así, la gran mayoría de editoriales de prensa pasaron bajo control sindical, salvo las que desaparecieron definitivamente. Durante el segundo semestre del año 1936, los periódicos salieron a los quioscos con el mismo formato sin que su calidad y cantidad se viesen alteradas. A partir de 1937 empezaron las restricciones como consecuencia del empeoramiento del conflicto bélico, situación que se extendería a lo largo de ese año y de todo 1938. Los ejemplares empezaron a reducir el número de páginas y a centrar exclusivamente casi toda su información nacional e internacional sobre la situación de España durante la Guerra Civil. Solo la publicidad y el apartado de deportes y espectáculos se escapaba un poco de la política, aunque no mucho debido a los conciertos y a los torneos benéficos. Aquellos periódicos que dedicaban diariamente notas gráficas en sus páginas centrales o en las portadas y contraportadas, ahora lo harían solamente una o dos veces por semana, generalmente los jueves y los domingos. Las imágenes publicadas de la guerra en color sepia eran impactantes y extraordinarias, convirtiéndose en un reportaje gráfico único e irrepetible. El decreto de descanso dominical se respetó y los lunes siguió la Hoja Oficial de la Provincia como sustituto del diario. Aparte de la reducción del número de páginas y de fotografías, la calidad del papel disminuyó e incluso algunos periódicos redujeron su formato a uno más pequeño. Eran los síntomas de la decadencia debida a la falta de recursos económicos.
A medida que las tropas franquistas fueron conquistando territorio, las editoriales de prensa que estaban bajo control sindical volvieron a sus antiguos propietarios, salvo las de tendencia republicana o de izquierdas que sencillamente cerraron definitivamente. Así, por ejemplo, en Barcelona, La Vanguardia del 25 de enero de 1939 aún se subtitulaba como un “Diario al servicio de la Democracia”. Tras la entrada de las tropas franquistas a la ciudad no se publicó ningún ejemplar y el día 27 de enero el periódico La Vanguardia se subtitulaba como “Diario al servicio de España y de General Franco”. En ese día todos los periódicos que se les permitió volver a editar bajo las condiciones impuestas por el nuevo régimen sacaron una edición especial de tan solo dos o cuatro páginas dedicada exclusivamente al triunfo del general Franco. Esa fecha era un viernes, e incluso la Hoja Oficial del Lunes sacó excepcionalmente un ejemplar ese mismo día de la semana, haciendo una excepción histórica.
En síntesis, la prensa publicada durante la Guerra Civil y la primera etapa de la posguerra debe su singularidad a las circunstancias históricas, lo que convierte a estos periódicos aparecidos en una época tan difícil en ejemplares de gran valor, únicos e irrepetibles por la gran dificultad que existe de recuperarlos y porque en número son muy limitados los que todavía existen. Un valor que no se debe a su calidad, a su formato o a su volumen, debido a su historia, a su contenido y a lo que representa, cuyo regalo de aniversario debería de ser motivo de satisfacción para quien lo recibe al tratarse de un periódico sensiblemente diferente a los convencionales de otras épocas, como reliquia o “pieza de museo”. Por ello animamos a nuestra clientela a comprar sin miedo ni complejos ejemplares originales de periódicos de la Guerra Civil y de la primera posguerra.