Fundada en Valencia por José Ángel Ezcurra, el 2 de febrero de 1946 salió el primer número de la revista Triunfo, de periodicidad semanal. Editada en la calle de la Ribera de dicha ciudad, era una publicación de actualidades cinematográficas, teatrales, deportivas y taurinas. El nombre de la revista tenía un sentido peyorativo. Por un lado se atribuía al triunfo del régimen franquista en España, pues era un término a menudo usado en aquellos tiempos igual que la palabra “victoria”. Por otro, se atribuía a su significado: éxito feliz en un empeño dificultoso, debido a las dificultades para hacer realidad esta publicación en unos años de penuria económica como consecuencia de la situación de posguerra.
Poco después y en busca de un ámbito nacional (imposible de alcanzar desde Valencia debido a las condiciones en que aún se hallaban los transportes en la posguerra), en 1948 se trasladó a Madrid. La Redacción quedó establecida en el mismo edificio de Prensa Gráfica S.A. en la calle de Hermosilla que contenía los talleres gráficos en los que se imprimían “Fotos”, “El Ruedo”, “Primer Plano” y otras publicaciones. Allí se inició el certamen cinematográfico “Los Mejores de Triunfo”, concurso que culminaba anualmente en una fiesta cinematográfica para la entrega de sus estatuillas (asignadas por votación de los lectores de la revista) que alcanzó cotas de acontecimiento social. Concurrían en persona figuras destacadas del cine internacional y se proyectaban películas hasta entonces inéditas. La empresa encargada de gestionar la publicidad de la revista era el Grupo Movierecord.
De hecho, Triunfo había obtenido prácticamente la hegemonía de la información cultural no recluida en publicaciones minoritarias. Como la de las firmas (algunas de ellas hasta entonces prácticamente desconocidas para sus compatriotas) que sólo en sus páginas pudieron encontrar el acomodo idóneo tanto para su talento como para su coraje profesional. Ese monopolio de hecho, que no había sido buscado por Triunfo, se deducía de su propia coherencia y, a la vez, constituía el natural resultado del desistimiento y el conformismo de los diarios y las revistas de gran difusión de aquella misma época.
La crisis económica provocada por un sistema autárquico condenado a desaparecer sucumbió a la revista hacia un lento proceso de decaimiento que obligó a replantearla por completo a la vez que requería urgentes soluciones financieras.
El 9 de junio de 1962 reapareció la revista Triunfo completamente renovada con periodicidad semanal y de información general nacional e internacional. Fue el momento en que encarnó las ideas y la cultura de la izquierda y se convirtió en el símbolo de la resistencia intelectual al franquismo. Emprendió entonces el firme propósito de realizar un periodismo insobornable que restableciera la memoria histórica, sin dejar de recoger y destacar cuantos acontecimientos de índole cultural e ideológica fueron sucediendo y que afectaban a la propia revista. En su propio ámbito, soportó incomprensiones y desencuentros. El simple hecho de que, muy pronto, conquistase la atención de cuantos buscaban un mensaje de libertad y de que se extendiera de forma incontenible la idea de que había que leer Triunfo, creó momentos de tensión entre el equipo de redacción y el grupo editor, hasta el punto de alcanzar extremos intimidatorios por parte de algunos miembros de su consejo. La tirantez entre Triunfo y sus financiadores aumentó cuando, inesperadamente, la tensión hizo crisis. Aquéllos sufrieron tal descalabro económico que todas sus empresas pasaron a depender de su principal acreedor, el Banco Atlántico. La situación se ensombreció cuando se supo que la cúpula de dicho banco la integraban significativos miembros del Opus Dei. Debido a la disparidad ideológica de unos y otros hacían preciso transmitir al propio presidente del Banco Atlántico la idea de que la desaparición de la revista sería vista por razones ideológicas, y que en caso de mostrarse comprensivo quedaría patente el deseo de no consumar ninguna acción de represalia. Admitida positivamente la propuesta, la revista alcanzó su objetivo y, por vez primera se sintió absolutamente libre, sin depender económicamente de nadie.
De hecho fue una simbólica reedificación de la revista sobre sí misma que adoptó el predominio de la razón ideológica sobre la razón económica. Comenzaba una época dorada que transportó a la revista hacia el apogeo de su influencia cultural e ideológica. A través de números monográficos, abordó temas hasta entonces tabúes para la prensa de la época.
Cuando apareció el monográfico “El matrimonio”, Triunfo fue suspendida durante cuatro meses y multada con un cuarto de millón de pesetas. Miles de adhesiones de sus lectores expresadas mediante suscripciones extraordinarias mitigaron el golpe sufrido. El acoso gubernativo a la revista no cesó y el número en el que se publicaba el artículo de José Aumente “¿Estamos preparados para el cambio?” fue también suspendido durante cuatro meses por el Consejo de Ministros que lo consideró como atentatorio contra la seguridad del Estado. La muerte de Franco sucedió durante aquella suspensión y no pudo pronunciarse periodísticamente. El 24 de julio de 1975 se abrió expediente a la revista por la publicación de una entrevista de Montserrat Roig a José Andreu Abelló considerando que el texto vulneraba el artículo 2 de la Ley de Prensa e Imprenta. Los indultos que el primer gobierno de la Monarquía concedió a las publicaciones y periodistas sancionados por transgredir la Ley de Prensa no se confirieron a Triunfo, que tuvo que cumplir íntegra toda su condena.
El 10 de enero de 1976 reapareció con la portada titulada “La respuesta democrática”. Los más de 166.000 ejemplares de su tirada desaparecieron en manos de sus lectores en unas horas, lo que confirmó su inicial propósito de ser una publicación para mayorías. No obstante, en aquellos años de la transición democrática la revista inició su declive en favor del auge de las revistas de prensa rosa y del corazón. Así, la imparable caída la condujo hacia su final en agosto de 1982. La publicación que más había luchado y padecido en España por la libertad y la democracia, desapareció a manos de la ley del mercado tres meses antes de que la izquierda de entonces llegara con mayoría absoluta al poder.
Actualmente, la web www.triunfodigital.com es una hemeroteca digital que tiene en formato pdf todas las revistas del periodo comprendido entre 1962 hasta 1982.
Por la revista pasaron periodistas, intelectuales, hispanistas y teólogos como Eduardo Haro Tecglen, Manuel Vázquez Montalbán (también bajo el seudónimo de Sixto Cámara), Luis Carandell, Víctor Márquez Reviriego, César Alonso de los Ríos, Enrique Miret Magdalena, Fernando Savater, José Luis Abellán, Álvaro del Amo, Juan Cruz, Ramón Chao, Ricardo Domenech, José Ángel Ezcurra, Diego Galán, Jesús García Dueñas, Ian Gibson, Fernando Lara, Manuel Leguineche, Ignacio Ramonet, José María Vaz de Soto, Rodríguez Vázquez Prada y Manuel Vicent.