martes, 18 de julio de 2017

LA PORTADA DE LA SEMANA. Veraneo en el siglo XIX


La presente portada se corresponde a un ejemplar de la revista NUEVO MUNDO fechada el 12 de julio de 1899. En ella se aprecian unos viajeros tomando el tren para pasar unas vacaciones. En aquellos tiempos hacer eso era un lujo permitido únicamente a la gente de mayor poder adquisitivo. Afortunadamente ello forma parte del pasado y la gran mayoría podemos disfrutar de unos días en la playa, el campo o de viaje a un lugar desconocido.
Y es que en el siglo XIX el turismo en España fue un fenómeno minoritario, pero es en dicho siglo cuando se asentaron las bases del desarrollo turístico español del siglo XX.  En un momento en que el paradigma higienista estaba plenamente implantado, el liberalismo consiguió triunfar finalmente, se produjo una clara expansión del capitalismo y la sociedad experimentó importantes cambios, la demanda de servicios turísticos aumentó, lo que motivó que la oferta también se incrementara, iniciándose las primeras inversiones en los balnearios y estaciones de baños de ola.


España experimentó una auténtica invasión de personajes más o menos singulares –literatos, pintores o simples burgueses hastiados de su vida anodina–, llegados de lugares como Francia, Inglaterra, Alemania o incluso Estados Unidos. Todos ellos recalaban en nuestro territorio atraídos por la avalancha de textos que describían a España como un enclave exótico, con paisajes y habitantes más propios de Oriente, que vivía anclado en un modo de vida casi medieval. Así fue como se forjó el mito de la España romántica, un lugar casi mágico en el que era posible vivir en carnes propias un sinfín de aventuras, rodeados por una variada galería de tipos españoles que incluían desde el temible bandolero hasta la sensual y misteriosa gitana, pasando, cómo no, por el torero y la manola .
La curiosidad por la otredad, en una época en que lo exótico, lo fantástico y lo insólito contribuyeron de manera decisiva, a un nuevo imaginario colectivo que produce un extraordinario aumento de “notas”, diarios, epistolarios, guías y memorias de viajes.


En los relatos de los viajeros que recorrieron España durante la primera mitad del siglo XIX, se encuentran muestras elocuentes de un nuevo modo de entender el paisaje asociado al romanticismo. Aportan percepciones y vivencias interesantes del paisaje natural (marcando sus contrastes fundamentales y destacando sus notas distintivas) y del paisaje humanizado (proporcionando valiosas interpretaciones sobre el trazado tradicional y los componentes cualitativamente más apreciables de las ciudades), y con todo ello se elaboran imágenes y valoraciones con amplias resonancias geográficas. Los relatos de los viajeros románticos inician en España un modo de entender el paisaje que anuncia y anticipa en gran medida las perspectivas de la consideración moderna, desarrollada con posterioridad, de la realidad geográfica española.
El fenómeno del veraneo no fue masivo hasta después de la I Guerra Mundial. La causa principal fue la implantación de las vacaciones pagadas y, años después, la proliferación de una nueva clase media.