sábado, 15 de mayo de 2010

DIARIO DE BARCELONA (1792-1994)

El Diario de Barcelona de Avisos y Noticias fue una publicación periódica fundada en Barcelona, la más antigua de España y una de las primeras de Europa. Su creación se debió por obra y gracia del impresor Pedro Pablo Husson de Lapazaran, un napolitano que vino a la corte de Carlos III en 1759. Inspirándose en modelos extranjeros, diseñó un diario oficial que combinaría noticias de carácter no oficial. Mediante la concesión del correspondiente permiso gubernamental, el primer número salió a la luz el 1 de octubre de 1792.
En el año 1809 la Junta Superior de Cataluña otorgó el privilegio de este diario a un nuevo titular, el impresor y periodista Antoni Brusi i Miravent (Barcelona 1779-1821).
Entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en las páginas del diario se recogió la polémica sobre la ortografía y la gramática catalana entre los lectores de la publicación. Destacaron especialmente las opiniones de Josep Pau i Batot, que fueron decisivas para que durante el gobierno napoleónico, entre los años 1810 y 1814, se publicara primero en catalán pero siempre bilingüe con el francés, bajo la nueva denominación de Diari del Govern de Catalunya i Barcelona.

Transcurrida la Guerra de la Independencia, el 6 de junio de 1814, el diario recuperó su antigua denominación, siendo nuevamente su titular Antoni Brusi i Miravent, el cual dejaría la administración del periódico a sus familiares en años posteriores a su muerte, de ahí que desde entonces el Diario de Barcelona haya sido conocido popularmente como El Brusi.
Durante el largo de este siglo XIX, el diario adoptó una ideología monárquica y liberal-conservadora, una posición que le garantizaba una larga continuidad aunque también perdió capacidad de influencia. La publicación, igual que buena parte de la prensa de la época, era en castellano, a excepción de algunas poesías en catalán. Sin embargo, el predominio sociolingüístico del catalán de aquella época obligó al equipo de redacción a explicar el significado de algunas palabras castellanas.
A finales del siglo XIX, la aparición de nuevos periódicos como El Correo Catalán (1876), La Vanguardia (1881), El Noticiero Universal (1888) y La Veu de Catalunya (1899), el Diario de Barcelona fue perdiendo progresivamente su antiguo predominio debido a esta nueva y fuerte competencia. Paralelamente al periódico, también editaba anualmente almanaques y folletines, convirtiéndose así en el primer diario peninsular en publicar relatos y novelas en fascículos.

Ya en el siglo XX, durante la década de 1920 el periódico cambió notablemente su formato, pasando a duplicar su tamaño y el número de páginas e incorporando por primera vez fotografías, concretamente una imagen que ocupaba toda la portada acompañada de un pié de foto explicativo, y que tenía relación con una noticia destacada. En su interior abundarían los anuncios dibujados de publicidad comercial y carteles de espectáculos. Durante el régimen del general Primo de Rivera se estableció la Real Orden de 24 de marzo de 1924 que obligaría al descanso dominical de la mayoría de las editoriales de prensa, de modo que los lunes solo saldrían algunos periódicos como la Hoja Oficial de la Provincia (luego Hoja del Lunes) y algunas ediciones de tarde como las de El Noticiero Universal. Desde entonces y durante los próximos 58 años, el Diario de Barcelona dejaría de salir a la calle todos los lunes.
A finales de 1935 cambió levemente su formato adoptando un diseño que se mantendría prácticamente intacto hasta el año 1960.
Al estallar la Guerra Civil, el 19 de julio de 1936, el Diario de Barcelona dejó de publicarse y fue incautado y transformado en órgano del partido Estat Català, publicado en catalán por el guerrillero y periodista Marcel·lí Perelló i Domingo (Barcelona 1897? – Ciudad de México 1961).

De los dieciocho periódicos existentes en la ciudad de Barcelona, durante el conflicto bélico solo pudieron reaparecer cuatro periódicos y El Mundo Deportivo. El Brusi no volvería a ver la luz hasta el 24 de noviembre 1940, siendo devuelto a sus antiguos propietarios.
Durante los primeros años de la posguerra, en la década de 1940, debido a las restricciones de papel, los ejemplares de periódico tenían muy pocas páginas, con noticias breves reseñadas en columnas. En la segunda mitad de la década la situación empezó a mejorar levemente, y no sería hasta la década de 1950 que volvería a recuperar su antiguo volumen. Desde entonces, incorporó destacados artículos de opinión y crónicas de Barcelona (llamados “Apuntes de un mirón”, “Crónicas de la ciudad” y “Las cosas, como son”), siendo especialmente conocidos los apartados escritos por el entrañable cronista oficial de la ciudad Andreu Avel·lí Artís i Tomàs “Sempronio”. Además, introdujo en sus páginas centrales notas gráficas de actualidad, algo de gradecer si se tiene en cuenta que los periódicos de aquél entonces apenas llevaban fotografías en su interior. El Diario de Barcelona, a pesar de las inevitables connotaciones de adhesión al régimen franquista, siempre tendió a ofrecer en la medida de lo posible una imagen más cercana y amistosa hacia el pueblo catalán, a diferencia de otros periódicos.

Entre los años 1961 y 1964 cambió levemente su formato y en 1965 lo hizo completamente, pasando a tener un tamaño de gran periódico con un nuevo y moderno diseño tanto de la cabecera como de su interior. Conservó los mismos apartados de secciones y de artículos de opinión así como las notas gráficas de las páginas centrales, pero introdujo importantes y destacadas novedades, como fueron los suplementos temáticos dominicales dedicados sobre todo a Barcelona, Cataluña, economía, mujer, enseñanza, política y arte, entre otros. En fechas señaladas del año, aparecieron las primeras portadas con imágenes en color. Eran los años del llamado “Desarrollismo” y el diario, igual que la mayoría de periódicos, moderó todavía más sus discursos patrióticos de devoción al régimen franquista e hizo un giro “localista” más centrado en la actualidad de la ciudad de Barcelona y su región metropolitana, sin renunciar por ello a la información nacional e internacional.
Ya a finales del franquismo, tuvo la audacia de ser crítico con la gestión municipal, especialmente debido a los problemas que la ciudad padecía como consecuencia de su rápido desarrollo urbanístico. Así, a diferencia del periódico La Vanguardia Española, claramente burgués y abiertamente simpatizante del régimen franquista, el Diario de Barcelona se posicionó como el diario de las clases medias y populares, adoptando un carácter “catalanista” y “de izquierdas” en la medida de lo permitido.

En 1974 el señor Santacreu quedó como único propietario del diario. A partir de 1977 cambió nuevamente su formato pero esta vez a peor, reduciendo su tamaño y perdiendo aquella calidad de los últimos 20 años. Fueron los inicios de la decadencia.
En octubre de 1980 el periódico dejó de publicarse temporalmente, pero fue rescatado en 1982 por parte de sus antiguos empleados que lo editaron de forma autogestionaria, con un formato bastante pobre y en bilingüe (artículos en catalán y en castellano). El resultado fue un fracaso y el Diario de Barcelona desapareció en 1984, siendo adquirido por el Ayuntamiento de Barcelona en 1985 y cedido al Grupo Zeta, editores del diario El Periódico de Catalunya, el deportivo Sport y la revista Interviú. Bajo esta nueva editorial, en 1986 reapareció completamente renovado con un nuevo y moderno formato escrito íntegramente en catalán, bajo la denominación de Diari de Barcelona. Desde entonces fueron destacables los suplementos dominicales, los fascículos coleccionables de los cuales se hacían libros (como La Barcelona del Brusi) y los cuadernos dedicados a los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, año e que cambió el diseño de la cabecera.

En el mismo verano del año 1992 el Grupo Zeta se deshizo del su publicación por falta de rentabilidad, y tras producirse diversos cambios en el accionariado, el periódico quedó brevemente en manos de la ONCE, entidad que luego se deshizo de sus participaciones vendiéndolas al simbólico precio de una peseta a los hermanos Carles y Emili Dalmau (editores del diario leridano La Mañana), los cuales se hicieron con el control del periódico bajo una operación que los trabajadores del rotativo consideraron fraudulenta. Desde entonces cambió su denominación por la de Nou Diari, e hicieron ediciones diferentes para cada provincia catalana. La declaración de insolvencia de los hermanos Dalmau dejó a los empleados sin cobrar diversas nóminas ni ningún tipo de indemnización. No fue hasta el año 2007 que la justicia condenó a los últimos propietarios de Diari de Barcelona a pagar sus viejas deudas con los trabajadores.
Desapareció definitivamente como periódico en 1994, y entonces el Ayuntamiento de Barcelona, que siempre poseyó una pequeña participación, compró la cabecera y pasó a publicarse como diario electrónico por Internet (www.diaridebarcelona.com) centrado exclusivamente a ofrecer diariamente noticias únicamente de la ciudad de Barcelona, con apartados relativos a reportajes, vídeos, distritos e información general. Nada tenía ya que ver con el clásico periódico. Desde el 31 de julio de 2009, esta web se ha reconvertido en www.btvnoticies.cat bajo el control de la cadena televisiva municipal Barcelona Televisió (BTV). Existe también un blog: http://diaridebarcelona.blogspot.com.

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