Editado el primer número el 18 de enero de 1894, NUEVO MUNDO salió a la luz como compendio semanal de las noticias de tipo político, literario y mercantil acontecidas en España, en las entonces posesiones de ultramar y en el extranjero. De ahí el título que hacía referencia al continente americano y concretamente a las colonias españolas. Fue fundada por José del Perojo, filósofo, periodista, escritor y pensador político español oriundo de Cuba y perteneciente al Regeneracionismo. La redacción y los talleres se ubicaron en un edificio modernista de la madrileña calle de Larra, que actualmente alberga la sede de la Fundación Diario Madrid después de haber acogido a los periódicos La Voz y El Sol.
Aunque tanto su formato como su presentación presentaban un aspecto más económico que otras revistas de su época, igualmente estaba dirigida a un público burgués. En su época fue la única revista de España que recogió en sus columnas toda la información de la semana, nacional y extranjera, ofreciendo una exposición completa y detallada de cuanto podía interesar al lector, que, de otra manera, sólo podría recoger en un número considerable de periódicos y revistas nacionales y extranjeras. La aparición de esta revista coincidió con un período de surgimiento de grandes empresas periodísticas casi siempre favorecidas por el poder con el propósito de apoyar la nueva situación política.
Con el subtítulo de Crónica General de la Semana, su limitado número de páginas y su formato manejable competía con los diarios de gran tamaño y tipografía pequeña, conocidos popularmente como sábanas. La revista hacía un repaso a la actualidad nacional e internacional de la semana, destacando especialmente sus páginas interiores con un anexo ilustrado con numerosas fotografías. La información era abundante, variada y extensa, alimentada por corresponsales de en cada capital de provincia y en capitales europeas. Las secciones más habituales eran: sucesos, negocios, anuncios, extractos de sesiones de Cortes, viajes y entrevistas, espectáculos, anuncios literarios, obras literarias e incluso una sección especial femenina.
Las ilustraciones comenzaron siendo dibujos de línea, fundamentalmente retratos de políticos. NUEVO MUNDO empezó con ediciones para la península, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, pero con tan solo once semanas de vida ya se podía adquirir en Londres, París, Biarritz, Burdeos y Bayona.
Semanalmente salía todos los jueves siendo su precio habitual de 20 céntimos. Pronto alcanzó una tirada de 5.000 ejemplares que aumentó sin cesar llegando a alcanzar una cifra récord de 266.000 ejemplares en 1909 por un reportaje fotográfico sobre el Barranco del Lobo. En 1913, cuando el editor Mariano Zavala, dueño de la revista Mundo Gráfico compró NUEVO MUNDO, su tirada alcanzaba los 125.000 ejemplares. Aunque la prensa de aquellos tiempos podía considerarse prensa de masas por contenidos y objetivos, en realidad no se alcanzaban las grandes tiradas que caracterizaban las publicaciones extranjeras por falta de un amplio público lector, principalmente porque España era todavía un país escasamente urbanizado, con elevados índices de analfabetismo.
Es por ello que NUEVO MUNDO, a pesar de estar destinado a un público más burgués, también se diseñó para llegar a más público mediante la utilización de un lenguaje menos complicado y más ágil, lo que contribuyó a una cierta renovación léxica y estilística. Entre otras cosas, la diagramación era más atractiva además de complementarse con ilustraciones. Los contenidos reflejaban los gustos de la cultura de masas, como los entretenimientos públicos (fútbol, toros, teatro...), actos políticos, referencias a otros medios (prensa y cine), sección de cartelera, páginas especiales o suplementos de economía, espectáculos, arte, deporte, agricultura, mujer y niños.
Entre 1914 y 1919 alcanzó el máximo número de colaboradores, siendo los más importantes Miguel de Unamuno, Sinesio Delgado, Julio Burrell, Emilio Bobadilla, José Gutiérrez Abascal y Ramiro de Maeztu. A partir de 1917 trasladó su nueva sede en el número 57 de la calle de Hermosilla de Madrid. En aquellos años, coincidentes con la Primera Guerra Mundial, se potenció el interés por los temas extranjeros. Como revista de empresa, además del impacto en la opinión pública y la defensa de unos intereses y una ideología, buscaba la rentabilidad económica y para ello utilizaba la publicidad como principal medio de financiación.
Bajo el régimen dictatorial del general Miguel Primo de Rivera se estableció un modelo de información fundado en la propaganda como uno de los medios fundamentales para controlar a las masas a través de información sesgada y el control absoluto de todos los medios de comunicación. Debido a la competencia de los nuevos medios como el cine, la radio y la televisión, se potenció el fotoperiodismo. La imagen fotográfica ya no era un mero adorno, sino un lenguaje alternativo utilizado como válvulas de escape de la realidad circundante, ofreciendo un 90% de entretenimiento y un 10% de información amena, pretendiendo así alejar al lector de sus problemas diarios.
Con la llegada de la Segunda República y la caída de la Monarquía, proliferaron publicaciones afines al nuevo gobierno democrático y al obrerismo, por lo que la revista perdió lectores hasta dejar de publicarse definitivamente en diciembre de 1933.