La presente portada se corresponde a un ejemplar de la revista de actualidades NUEVO MUNDO fechada el 12 de mayo de 1904. En ella se observa una estampa típica madrileña, la del hombre con el organillo que tocaba en las calles y plazas céntricas de la ciudad, como una manera humilde y sencilla de ganarse la vida.
Merece la pena recordar que el organillo madrileño fue introducido por el italiano Luis Apruzzese, que en 1888 se instaló junto a su padre en salamanca dedicándose a la reparación de pianos y organillos. Allí ambos conocieron al maestro Tomás Bretón, quien les animó a instalarse en Madrid como constructores de organillos. Allá abrieron en el año 1890 una fábrica de organillos, situada en el número 4 de la calle de Costanilla de Andrés, en el barrio de la Latina.
Desde entonces, la estampa de la imagen se convirtió en un elemento cultural y folklórico que tuvo una gran expansión. De hecho, hasta tal punto que incluso en el pie de foto de la presente revista lo califica como "las plagas de Madrid". En la actualidad todavía sobreviven algunos que se resisten a desaparecer.