Fue fundado como semanario en Madrid el 21 de marzo de 1935 por José Antonio Primo de Rivera. Se publicó hasta el 5 de marzo de 1936, fecha en la que fue suspendido por el gobierno de la II República, suspensión que continuaría debido al inicio de la Guerra Civil. Su primera sede fue en el número 14 de la calle de Larra, instalaciones que anteriormente había ocupado el desaparecido diario madrileño de tendencia liberal "El Sol".
Fue inicialmente un periódico entregado a la causa del falangismo más puro, aquel que se decía tan enemigo de las derechas como de las izquierdas y cuyos objetivos políticos pasaban por llevar a cabo la Revolución Nacional Sindicalista. Escrito en la habitual retórica falangista, épica y solemne, el diario estaba influenciado por periódicos fascistas italianos como "Il Popolo d’Italia" llegando a practicar una agresiva dialéctica en contra de los enemigos de la causa falangista. Para la elaboración de sus informaciones contaba con las agencias Logos, Cifra, Cifra Gráfica, Europa Press, EFE y PYRESA (la agencia de noticias del Movimiento).
Desde sus primeros números, inició una campaña contra los almacenes SEPU de Barcelona y Madrid, fundados en 1934 por los ciudadanos suizos de origen judío Henry Reisembach y Edouard Wormsde. El periódico los acusó directamente de explotar a sus empleados gozando de algún tipo de convivencia con el poder. Esta campaña fue contemporánea en el tiempo e inspirada en los asaltos nazis a los comercios judíos en Alemania.
En 1935 sufrió una primera suspensión por orden gubernativa tras la publicación de un artículo contra la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Retomó su publicación en octubre de ese año, editándose hasta el 5 de marzo de 1936, cuando fue suspendido por el Gobierno del Frente Popular.
Tras la ocupación de Madrid por las tropas franquistas, reapareció el 29 de marzo de 1939 y al año siguiente se integró como diario propiedad de Prensa del Movimiento, grupo periodístico que integró las publicaciones falangistas. En adelante sería el periódico oficial del régimen franquista. Desde entonces se publicó un suplemento dominical infantil llamado "Maravillas" y el suplemento dominical "Sí".
El general Franco estaba convencido de que existía una conspiración judeo-masónico-comunista-internacional cuyo objetivo final era tanto la destrucción del cristianismo en general como de España en particular. En este contexto, el antisemitismo del líder falangista no era de corte racial, como el característico del nazismo, sino religioso, bebiendo en las fuentes del antijudaísmo tradicional en el catolicismo. Las campañas antisemitas fueron virulentas y seguidas, también, por episodios de violencia contra los judíos.
En las páginas del periódico incluso el mismo Franco llegó a escribir una serie de artículos (recopilados en 1952 bajo el título de Masonería) que desde el 14 de diciembre de 1946 firmó bajo el seudónimo de Jakin Boor. En estos artículos criticaba la masonería, el comunismo, los judíos y el estado de Israel, el cual acababa de votar contra la admisión de España en la ONU, acusándolo además de haber sido cómplice y sostenedor de los regímenes de Hitler y Mussolini.
En 1957 el escritor e histórico falangista Rafael García Serrano fue cesado como director del periódico tras intentar publicar un artículo en contra de la restauración borbónica.
En diciembre de 1960, Rodrigo Royo fue designado nuevo director del diario, reemplazando a Vicente Cebrián, que pasó a ser director general de la agencia de noticias PYRESA. Dos años más tarde la sede se trasladó a un nuevo edificio situado en el número 272 del paseo de la Castellana. En 1962 los suplementos "Sí" y “Maravillas” fueron sustituidos por el nuevo suplemento, también dominical, llamado “Arriba Dominical”.
Durante la transición española se produjeron cambios políticos, sociales, ideológicos y periodísticos en el país que contribuyeron a que el diario evolucionara considerablemente. Pasó, así, gracias a la presencia de diferentes ideologías en su redacción, del apoyo al Gobierno, aún muy presente tras la muerte de Franco, a la crítica hacia el mismo al fin de este período, con el referéndum de la Constitución. En 1977 dejó de existir la Prensa del Movimiento Nacional, que pasó a denominarse Medios de Comunicación Social del Estado.
El 15 de junio de 1979 el Consejo de Ministros dispuso el cierre del periódico y al día siguiente se publicó su último número. Alejandro Armesto fue su último director, el cual ya había suprimido el yugo y las flechas de la cabecera del periódico, el cual se recicló a tendencias centristas. Ese cambio ideológico motivó que el periódico "El Alcázar" solicitara que el diario cambiara de nombre al considerar que estaba traicionando a sus convicciones por el hecho de haber abandonado los postulados falangistas. El gobierno de Adolfo Suárez decidió adoptar una postura contraria a la continuidad de los medios de información del Estado y en 1978 insistió en un informe en la necesidad de eliminar este tipo de prensa, «ya que en una democracia pluralista no es congruente ni hay antecedentes en otros regímenes democráticos en el sentido de que el Estado sea titular de una cadena de periódicos».
A estas razones hubo que añadir las estrictamente económicas. En cuanto a sus empleados, se les dio la opción de formar parte de la Administración del Estado o bien de recibir una indemnización. Ello provocó la protesta de sus empleados que se encerraron en la sede del periódico. Paralelamente, cesaron también la agencia PYRESA y la publicación de los periódicos “La Prensa” y “Solidaridad Nacional” de Barcelona, “Amanecer” de Zaragoza, “El Pueblo Gallego” de Vigo, y “Libertad” de Valladolid.
Entre los escritores y periodistas que colaboraron con este periódico a lo largo de su historia merecen destacar Eugenio d’Ors, Ramón Gómez de la Serna, Manuel Alcántara, Emilio Romero, Jaime Campmany, José Luis Balbín Meana, Ernesto Giménez Caballero, Alfredo Sánchez Bella, Rafael García Serrano, Sánchez Silva y Antonio Izquierdo.