Periódico fundado en Madrid el 1 de diciembre de 1917 por el ingeniero y empresario Nicolás María de Urgoiti (1869-1951), director de La Papelera Española. Tuvo su sede en el número 14 de la calle de Larra. Presidieron su creación un interés comercial y un interés de carácter cultural y político, para el que encontró la colaboración de José Ortega y Gasset, que abandonó el diario "El Imparcial" para convertirse en el máximo inspirador ideológico y en el colaborador estrella del nuevo periódico.
Ilustrado, liberal y regeneracionista, defendía un proyecto reformista sentido como una necesidad apremiante por los sectores más progresistas y dinámicos de la burguesía y los intelectuales, que ya había presidido la fundación de la revista "España". El nuevo periódico mostró también comprensión y simpatía por un movimiento obrero organizado y constructivo, concretamente el socialismo, al que aspiraba a ayudar a orientar en un sentido evolutivo y reformista. Prestó gran atención no sólo al catalanismo y al nacionalismo vasco, sino en general a la vida de las provincias. Contó además con una información extranjera superior a lo que era habitual en la prensa de la época.
Escrito por intelectuales de altura, renunciando por principio a la información sobre loterías y a la crítica taurina, y pasando de puntillas sobre crímenes y otros asuntos sangrientos o escandalosos, temas preferidos por el gran público, nunca fue un periódico popular a pesar de ser considerado el mejor de España y uno de los mejores de Europa. No faltaron por ello personas cultivadas algunas a quienes irritaba el tono del periódico, que juzgaban de pretencioso y pedante.
Desde enero de 1918 publicó suplementos semanales dedicados a diferentes áreas cada día de la semana: los domingos agricultura y ganadería, los lunes pedagogía e instrucción pública, los martes biología y medicina, los miércoles ciencias sociales y económicas, los jueves historia y geografía, los viernes ingeniería y arquitectura, y los sábados derecho y legislación.
En la órbita del programa intelectual de José Ortega y Gasset, esta publicación disponía de una excelente plantilla de redactores dirigida por Félix Lorenzo, Heliófilo, quien fue sustituido por Manuel Aznar desde el 14 de septiembre de 1918 hasta el 28 de marzo de 1922.
En abril de 1924 Ramón J. Sender entró a formar parte de su plantilla. Las viñetas de Luis Bagaría contribuyeron a crear una imagen de marca representativa del tándem Urgoiti-Ortega.
Publicado en gran formato de 12 páginas, costaba el doble que cualquier periódico de la época (10 céntimos de peseta) y proclamó su vocación crítica e independiente en el ofensivo entrefilete que figuró en sus primeros números.
Su independencia económica y política no hubiera sido posible sin los vínculos privilegiados que mantenía con La Papelera Española, empresa matriz del poderoso grupo de Urgoiti, entonces en plena expansión. El periódico transmitió las inquietudes de los intelectuales de la época. Así, en febrero de 1931, tiene lugar la creación de la "Agrupación al Servicio de la República", alentada por Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala, cuyo manifiesto fundacional fue publicado el 10 de febrero de 1931 por este diario.
A finales de 1932 Urgoiti, por las circunstancias del momento, se vio obligado a vender las acciones del periódico a los monárquicos que dirigían La Papelera Española, encabezados por el conde de Barbate y el conde de Gamazo, a causa principalmente de un artículo de Ortega y Gasset titulado "El error Berenguer". A pesar de este giro hacia la monarquía, a la llegada de la República terminó por alinearse con el sistema.
En 1932, su línea liberal y republicana no impidió que en sus páginas culturales colaborasen los futuros fundadores de Falange Española, como Pedro Mourlane Michelena, Eugenio Montes, José María Alfaro y Ernesto Giménez Caballero.
Desde mayo de 1934 sufrió múltiples avatares hasta la Guerra Civil, bajando considerablemente su prestigio y su difusión.
Finalmente, tras la Guerra Civil en sus talleres, incautados por los falangistas, se comenzó a imprimir el diario "Arriba".
Tras un largo paréntesis de 51 años, la Sociedad Europea de Comunicación e Información (SECISA), empresa del Grupo Anaya resucitó la cabecera el 22 de mayo de 1990 con la pretensión de recuperar el programa intelectual del periódico original. José Antonio Martínez Soler figuró como director, pero el 14 de julio de 1990 fue despedido. En total se sucedieron seis directores, entre ellos Miguel Ángel Aguilar e Ignacio Alonso.
El periódico tuvo su redacción en Madrid, frente a la plaza de Colón, y las rotativas en Illescas (Toledo), siendo totalmente informatizado y por ese motivo, más caro. En junio de 1990 contó con 112 puestos de trabajo equipados con Apple Macintosh II CX (cada uno con un precio aproximado de 700.000 pesetas) y el resto con PC. Su edición se hizo de forma totalmente digital, y cuando el equipo de maquetación concluía su trabajo, se enviaba por módem.
El diario fue el primero en inaugurar los regalos para promocionar las ventas al regalar un ejemplar de la Biblioteca de El Sol, una colección de libros, mayoritariamente en dominio público, con cada diario.
Sin embargo, las diferencias entre Anaya, la ONCE (que participaba con un 18% de las acciones) y las empresas de Silvio Berlusconi en la gestión de Telecinco precipitaron el fin del diario. Sánchez Ruipérez comunicó a los trabajadores el 17 de marzo de 1992 su cierre pese a haber llegado a un acuerdo para que los trabajadores gestionaran la cabecera mientras se buscaba un nuevo socio. Los trabajadores sacaron un especial en blanco y negro que se distribuyó gratuitamente. Luego se produjo una manifestación frente a la redacción en la que participaron periodistas de renombre, entre ellos tres de los ex-directores, pero finalmente el 26 de marzo de ese año se llegó a un acuerdo sobre las indemnizaciones. El periódico desapareció así definitivamente.