viernes, 24 de enero de 2020

Centenario de la muerte de Galdós


En el presente año 2020 se cumple un siglo del fallecimiento del novelista, dramaturgo, cronista y político Benito Pérez Galdós. Está considerado uno de los más importantes autores en lengua española junto a Cervantes. Su enorme producción de novelas cortas que relatan la historia y la sociedad de la España del siglo XIX le valió la comparación con Honoré de Balzac y Charles Dickens.
Nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 10 de mayo de 1843, su padre le aficionó a los relatos históricos contándole pasajes y anécdotas vividos en la guerra de la Independencia, en la que, como militar, había participado. En 1852 ingresó en el Colegio de San Agustín de Las Palmas de Gran Canaria. Habiendo empezado a colaborar en la prensa local con poesías satíricas, ensayos y algunos cuentos, obtuvo el título de bachiller en Artes en 1862, en el Instituto de La Laguna (Tenerife). Llegó a Madrid en septiembre de 1862, donde se matriculó en la universidad y conoció al fundador de la Institución Libre de Enseñanza, Francisco Giner de los Ríos, el cual le alentó a escribir. Frecuentó los teatros formando tertulia con otros escritores paisanos suyos. También acudía a leer al Ateneo a los principales narradores europeos en inglés y francés. Fue en esa institución donde conoció a Leopoldo Alas, Clarín. En ese mismo año empezó a escribir como redactor meritorio en los periódicos La Nación y El Debate, así como en la Revista del Movimiento Intelectual de Europa. En 1867 hizo su primer viaje al extranjero como corresponsal en París, para dar cuenta de la Exposición Universal. Toda esta actividad supuso su renuncia a continuar estudiando. Para conocer bien España se dedicó a recorrerla conviviendo con el pueblo y hospedándose en posadas y hostales de mala muerte.


Desde su llegada a Madrid, una de sus mayores aficiones fueron las visitas al viejo Ateneo de la calle de la Montera, donde tuvo oportunidad de hacer amistad con intelectuales y políticos de todas las tendencias. A partir de 1872 se aficionó a pasar los veranos en Santander (Cantabria), entorno con el que llegaría a identificarse hasta el punto de comprar una casa en El Sardinero. Su carrera parlamentaria comenzó cuando en 1886 y habiéndose aproximado el escritor al Partido Liberal, su amistad con Sagasta le llevó a ingresar en el Congreso como diputado por Guayama (Puerto Rico). Más tarde en las elecciones generales de España de 1910 se presentó como líder de la Conjunción Republicano-Socialista, formada por partidos republicanos y el PSOE. En su producción novelística, inició una segunda fase que le hizo abandonar el influjo del naturalismo e inclinarse por el espiritualismo. Su vocación teatral fue muy temprana pero pronto la abandonó para entregarse por completo a la novela. Su teatro tuvo un éxito discreto. El 7 de febrero de 1897 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Su vida sentimental la conservó celosamente en secreto. Permaneció soltero hasta su muerte. Se le conoce una hija natural, María Galdós Cobián, nacida en 1891 de Lorenza Cobián. En el último periodo de su vida, repartió su tiempo entre los compromisos políticos y la actividad como dramaturgo. Sus últimos años estuvieron marcados por la pérdida de la visión y las consecuencias de sus descuidos económicos y su tendencia a endeudarse. Como parte de las fuerzas políticas republicanas, Madrid lo eligió como representante en las Cortes de 1907. En 1909 presidió, junto a Pablo Iglesias, la coalición republicano-socialista, si bien se apartó pronto de las luchas dirigiendo sus energías a la novela y al teatro.


En 1914, enfermo y ciego, presentó y ganó su candidatura como diputado republicano por Las Palmas de Gran Canaria. Ello coincidió con la promoción, en marzo de 1914, de una Junta Nacional de Homenaje a Galdós. En el aspecto literario, puede anotarse que su admiración por la obra de León Tolstói se traslució en cierto espiritualismo en sus últimos escritos sin disimulo por su pesimismo por el destino de España. El 20 de enero de 1919 se descubrió en el parque del Retiro de Madrid una escultura erigida por suscripción pública. Un año más tarde murió en su casa de Madrid el 4 de enero de 1920. El día de su entierro, unos 30 000 ciudadanos acompañaron su ataúd hasta el cementerio de la Almudena.
Sus obras más destacadas fueron:  La sombra (1870), La Fontana de Oro (1870), El audaz (1871), Doña Perfecta (1876), Gloria (1877), La familia de León Roch (1878), Marianela (1878), La desheredada (1881), El doctor Centeno (1883), Tormento (1884), La de Bringas (1884), El amigo Manso (1882), Lo prohibido (1884-85), Fortunata y Jacinta (1886–87), Celín, Trompiquillos y Theros (1887), Miau (1888), La incógnita (1889), Torquemada en la hoguera (1889), Realidad (1889), Ángel Guerra (1890-91), Tristana (1892), La loca de la casa (1892), Torquemada en la cruz (1893), Torquemada en el purgatorio (1894), La de San Quintín (1894), Los condenados (1895), Voluntad (1895), Doña perfecta (1896), Torquemada y San Pedro (1895), Nazarín (1895), Halma (1895), Misericordia (1897), Mariucha (1903), El abuelo (1904), Casandra (1905), El caballero encantado (1909) y La razón de la sinrazón (1909).


A lo largo del presente año se desarrollarán numerosos actos conmemorativos en diversas ciudades de España con el objetivo de reivindicar la figura de un clásico de nuestra literatura y darlo a conocer a las generaciones más jóvenes.